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martes, 25 de noviembre de 2008

Amnesia, Parte 1

Sonó el despertador a las 6 am, y al abrir los ojos no reconocí la habitación en que estaba. Al principio no podía ver mucho, estaba muy oscuro y le tomó un par de minutos a mis ojos acostumbrarse a la poca luz. Una vez que pude ver más, me di cuenta de era un cuarto de un hotel. ¿Cuál? No tenía la menor idea. A mi lado había una mujer. Estaba desnuda y parcialmente cubierta por las sabanas. No sabía quien era. ¿Qué estaba pasando? y más importante ¿Quién era yo? No recordaba nada.

Me levanté despacio. No quería despertarla. Tenía que descubrir algo, sobre mi y sobre dónde estábamos, antes de encararla. Ella podía ser mi esposa, una novia, cualquier cosa. No quería problemas. A lo menos por ahora.

Me moví despacio por la habitación tratando de hacer poco ruido. Pero era difícil caminar, había ropa tirada por todas partes. Cogí unos pantalones que había en el suelo y me los puse. Al parecer algo loco pasó anoche entre ella y yo. ¿Pero quién era? ¿Por qué no me acuerdo de nada?

Con un poco de esfuerzo llegué al baño. Cerré la puerta con cuidado y prendí la luz. Ahí estaba yo, parado frente al espejo sin poder reconocerme. Pasé varios minutos mirándome al espejo, como esperando a que de pronto todo volviese a mi. Nada pasó.

Me lavé la cara con agua fría y salí del baño. Al abrir la puerta volví a verla. Aún dormía. Se notaba relajada. Era bella. Tenía su cabello rubio suelto. Su cuerpo era hermoso, casi perfecto. ¿Quién era ella?

Me moví despacio hacia la cama y me senté en el lado derecho cerca del velador. Habían varias cosas sobre él. Una billetera, un paquete de cigarrillos, un caja de fósforos del hotel y una copa de champagne semi vacía. Tomé los fósforos, la etiqueta decía "Hotel Continental". Los dejé rápidamente y luego cogí la billetera y la abrí. Era mía. Tenía mi carné de identidad, mi licencia de conducir, tarjetas de crédito, chequera, algo de dinero en efectivo, estaba todo ahí. Un poco nervioso saqué de ella el carné de identidad. Al parecer mi nombre era Alexis Terjov y tenía 31 años. Por lo menos ahora sabía mi nombre, pero no había descubierto nada sobre todo los demás, en especial sobre quién es la mujer que está durmiendo a mi lado, y qué hacemos en este hotel.

Dejé la billetera sobre el velador y tomé los cigarrillos y los fósforos, por lo menos recordaba que me gustaba fumar, y con ellos salí a la terraza de la habitación. Estaba fresco y corría una brisa de vez en cuando. Prendí un cigarrillo y me puse a mirar hacia los alrededores buscando algo familiar que me ayudase a recordar. Mientras veía los edificios y como comenzaban a apagarse las luces de la calle a medida que iba saliendo el sol me repetía una y otra vez la misma pregunta ¿Qué ciudad es esta? ¿Dónde estoy? No sabía donde estaba y nada de lo que veía mee era familiar.

Mi cigarrillo ya se había consumido y aún sentía la necesidad de seguir fumando, por lo que tomé otro y lo encendí y le dí una gran bocanada. Mientras botaba el humo sentí como se habría la ventana que daba a la habitación. Rápidamente, y medio nervioso, me voltie para ver quién era. Allí, en el marco de la ventana apoyada sobre su hombro derecho, estaba ella. Se había puesto una camisa grande, debía ser mía. No sabía que decirle. No recordaba su nombre, ni quién era, ni que hacíamos aquí los dos.

Al principio solo nos miramos. Yo trataba de no mostrarme muy sorprendido, pero era difícil. Ella era realmente hermosa. Me costaba no mirarla fijamente. Por su parte, ella jugaba con los botones de la camisa que llevaba puesta. Los abrochaba y desabrochaba, como insinuándome algo. Al final fue ella quien rompió el silencio. -Hola guapo, ¿me extrañaste?- dijo sonriendo. No le contesté. No sabía que responder, solo me limité a darle una bocanada al cigarrillo. -No te me hagas el tímido ahora. Anoche no lo fuiste- me dijo mientras se caminaba hacia donde estaba parado. Cuando estuvo a mi lado tomó mi cigarrillo y lo arrojó por el balcón. Y luego de eso me abrazó por la cintura y comenzó a besarme. No me resistí. Por Dios que besaba bien.

Tras dejarme medio atontado por el beso, me tomó por el brazo y me llevó al cuarto. Una vez dentro me empujó sobre la cama y se subió arriba mio diciendome -Espero que hayas guardado algo de la fuerza que tenías anoche- No le respondí. Cuando comenzó a desabotonarse la camisa fue cuando me pareció ver un reflejo en el edificio de al frente. Al principio no pude ver bien que era, ya que ella no dejaba de besarme, pero tras esforzarme un poco más lo vi. Era una persona con rifle de francotirador apuntando justo a donde estábamos nosotros, y justo antes de que este disparara logré hacernos rodar a ella y a mi a un costado de la cama. Y antes de que pudiésemos levantarnos el asesino comenzó a disparar varios tiros hacia el cuarto, pero para suerte nuestra la cama nos protegía de ellos.
-¿Qué rayos está pasando?- me preguntó ella muy asustada.
-No tengo la menor idea- le respondí evitando que ella se levantara.
-¿Cómo que no tienes idea?
-No la tengo, la verdad no tengo idea de todo lo que esta pasando hoy.
-¿A que te refieres?
-Como escuchaste. Me desperté hoy sin saber quien soy, ni que hago aquí. Tampoco recuerdo tu nombre y que relación tenemos los dos.

Ella no dijo nada más. Se había puesto a llorar. Yo me sentía como un bastardo porque si no hubiese sido por el francotirador estaríamos teniendo sexo. Pero ahora no había tiempo para más explicaciones. Teníamos que salir del cuarto. Recogí las ropas que estaban cerca nuestro y las arrojé hacia el baño, tomé la mano de ella y hice que me siguiera gateando hacia el. Una vez dentro nos pusimos de pie y antes de que pudiese decir algo, ella me dio una bofetada. Me la merecía. Pero cuando trató de darme otra le detuve el brazo y le dije -Se que piensas que soy un bastardo, pero no hay tiempo para esto, tenemos que salir de aquí. Nos miramos un momento y luego ella sacudió su brazo y yo se lo solté. Cogimos las ropas que había tirado y nos las pusimos. Cuando estuvimos vestidos nos acercamos a la puerta del baño. No se oían más disparos. -Tenemos que movernos rápidamente hacia la puerta del cuarto y salir- le dije muy serio. -Lo se, no podemos darle oportunidad de apuntar- me respondió. Contamos hasta tres y abrimos la puerta, y velozmente, como si esto lo hubiéremos hecho muchas veces, nos movilizamos hacia la otra puerta. Logramos esquivar un par de disparos más y salimos del cuarto. Por ahora estábamos a salvo, o por lo menos eso quise creer.

viernes, 23 de mayo de 2008

Despertar Violento

La siguiente historia no está ligada a la cual se había estado posteando hasta ahora en este blog. Es una narración distinta y más fantástica, pero que de igual manera surgió del Mundo Diez.

Era de noche ya y la lluvia caía torrencialmente, pero ya estaba muy cansada como para seguir corriendo y buscar refugio, cosa que tampoco le preocupaba de momento, debido a que las imágenes de lo que había sucedido hace cuatro horas aún la atormentaban. Cada escena la golpeaba como un rayo y hacía que se estremeciera, ya que aún no podía entenderlo, no podía encontrar la razón de por qué eso le estaba pasando a ella.

Ya no podía más, y luego de haber corrido durante horas sin destino, solo podía caminar, y lo hacía en zigzag con la mirada perdida en el horizonte, como quien pierde su alma y es el cuerpo el que por acto reflejo sigue hacia adelante. Este la había llevado a un descampado cerca de un cerro, donde, tras tropezar con una piedra, cayó al suelo y no se pudo levantar. Se quedó así un rato, como semimuerta, sin mover un dedo, hasta que se volteó y quedó de espalda mirando el cielo. Sus ojos, pestañando de tanto en tanto para evitar que las gotas de lluvia se le metieran, era lo único que se movía, hasta que el cansancio la absorbió y recordando una vez más todo lo que le había sucedido desde aquél día que debía haber sido feliz pero que no lo fue, se durmió profundamente, sin saber que aquello la perseguiría incluso en sus sueños.

Ahí estaba ella junto a sus compañeros de colegio. Era un día especial, ya que se graduarían y dejarían la vida escolar para buscar lograr cosas más importantes en la universidad, o por lo menos así lo pensó ella. Todos los alumnos sentados miraban como su profesor jefe se dirigía a ellos desde el estrado y les deseaba la mejor de las suertes en lo que estaba por venir. Ella tenía a su lado a quien consideraba el amor de vida. Habían pololeado, fielmente pensaba ella, desde que entraron a la educación media, pero no había sido así, ya que él la había engañado en cada oportunidad que se le había presentado, y ese día no iba a ser la excepción. Después de que la ceremonia había terminado y cuando solo quedaban ellos para su fiesta de celebración, ella fue a buscarlo, pero no lo encontró. Un amigo de ella que conocía la verdad, al verla como lo buscaba por todas partes, se le acerco y le contó todo. Ella no podía creer lo que le estaba diciendo, no podía creer que había sido engañada tanto tiempo y que nadie le había contado hasta ahora. Pero necesitaba verlo con sus propios ojos, por lo que su amigo la llevo hasta donde una nueva traición se estaba llevando a cabo.

Parecía como si hubiese visto un fantasma. Estaba quieta frente a la puerta viendo como su lealtad y fidelidad eran convertidas en ira y odio. Su amigo trataba de consolarla, pero sus palabras se desvanecían antes de llegar a los oídos de Andrea. Era como si todos sus sentidos simplemente dejaron de funcionar y lo único que podía percibir era su corazón haciéndose trizas. El dolor era tan grande que trataba de sujetarse el pecho con ambos brazos y así evitar que los pedacitos en que se había convertido el corazón se le escaparan. No dijo nada, solo los miraba tratando de encontrar una explicación, pero por más que buscaba en su cabeza, solo hallaba enojo e ira.

Su amigo no sabía que decir, por más que trataba de consolar a Andrea con palabras no lo conseguía, por lo que decidió tomarla por el brazo y llevársela, pero no pudo. Cuando su mano la alcanzó, la retiró violentamente sintiendo como la carne se le quemaba viva como quién toca una tetera hirviendo, y al verla quedo perplejo al contemplarla envuelta en llamas y caminando a donde estaban los infieles. Cada paso que daba dejaba una huella de fuego en el suelo y todo lo que había a su alrededor comenzaba a incendiarse. No tardó mucho en llegar hasta donde estaba su ex amor, y con palabras entrecortadas le dijo -Así que esta es la verdad de la cual todos participaban menos yo... que tonta he sido, pero ya no lo seré más. Diciendo esto guardó silencio esperando una respuesta, pero no la hubo, ya que tanto él como la amante estaban perplejos viendo como del cuerpo de Andrea emanaban llamas que quemaban todo lo que estaba a su alrededor. Esto solo sirvió para aumentar su ira y que las llamabas brotaran con mayor fuerza, pero ella solo los miraba hasta que él le respondió asustado -Aléjate de nosotros monstruo. Pero ella no lo hizo y ardió con más fuerza.

Al ver lo que estaba pasando, Daniel se vendó la mano quemada con su corbata y comenzó a gritarle a Andrea para que se calmara, pero lo que él no sabía era que ella ya no podía escucharlo, debido a que la ira la había tomado prisionera y su único objetivo era acabar con quien le había causado tanto daño. Al comprender que sus palabras eran inútiles, entró en la sala esquivando los pupitres, que ardían ferozmente, y los pedazos de madera que se iban desprendiendo del techo, y trató de llegar a donde estaban Jorge y Lucía, pero no lo logró ya que Andrea súbitamente explotó. De su cuerpo emanó una onda de calor que los empujó violentamente varios metros, dejando a los infieles en medio de llamas que rápidamente devoraban sus cuerpos, y a Daniel, como si hubiese tratado de salvarlo, hacia el único lugar donde no había fuego. Y así acabó la última traición, ya que el fuego no tardó mucho en quitarles la vida.

Daniel reincorporándose y al presenciar que no podía hacer nada por Jorge y Lucía trató nuevamente de calmar a Andrea pidiéndole que por favor se detuviera, o que mucha gente saldría lastimada. Al escuchar las palabras de su amigo, ella volvió en si, pero las llamas no se detuvieron, al contrario, segundo que pasaba estas emanaban de su cuerpo con mayor intensidad. Al ver que no podía contenerse le pidió a su amigo que escapara y que tratara de llevarse a toda la gente que pudiera lo más lejos posible, ya que presentía que algo mucho peor estaba a punto de pasar.

Y así fue, una vez que Daniel se alejó lo suficiente y llevándose consigo a todos los que pudo, diciéndoles que se había producido un incendio en una de las salas de clases, Andrea no pudo más y perdió el conocimiento y con ello las llamas que emanaban de su cuerpo se expandieron a todos los rincones del colegio, con una intensidad apocalíptica, consumiéndolo por completo en pocos minutos.

Al tiempo después de que todo quedase reducido a escombros, y gracias a la ayuda de los bomberos, el fuego desapareció, y la búsqueda de victimas comenzó. Hubo varias personas que no alcanzaron a huir de las llamas, entre ellas la mitad del curso de Andrea y varios apoderados que aún estaban en el lugar, en total cuarenta y cinco personas perdieron la vida esa noche.

El personal de búsqueda no tardó mucho en deducir donde se habían originado el fuego, y para su sorpresa ahí la encontraron. Desnuda. Intacta. Era un milagro, o por lo menos así lo pensaron. No hubo preguntas, simplemente la tomaron como una víctima más. Después de todo era solo una niña de dieciocho años.

Los doctores en el hospital, tras comprobar que no tenía herida alguna, le diagnosticaron un coma no conocido y que no sabían si iría a despertar, por lo que la enviaron a su casa junto a sus padres, pero lo que desconocían era que su cuerpo y mente se estaban acostumbrando a su poder y que pronto despertaría y habrían más víctimas, pero no por voluntad propia.

Pasaron varios días desde que Andrea fue llevada a su hogar, y ella seguía sin mostrar signos de mejora. Su amigo Daniel la visitaba todos los días, ya que de alguna manera se sentía responsable por lo que había pasado, aunque de eso a nadie había contado. El se sentaba al lado de la cama de ella y la miraba por un tiempo, luego cogía y leía un libro de ciencia ficción que había encontrado en su casa, que relataba, a modo de autobiografía, la historia de un joven estudiante que un día despertó sintiéndose extraño, diferente, como si algo en él hubiese cambiado. Todo lo que veía lo podía imitar a la perfección, no solo eso, sino que también poseía una memoria increíble, recordaba completamente todo aquello que leía, pero además lo entendía a la perfección. El libro contaba como al principio él no podía controlar esta nueva habilidad y que sufría de colapsos nerviosos debido a la cantidad de información que su cerebro iba absorbiendo, pero que con el paso del tiempo y entrenamiento fue logrando controlar lo que quería absorber y lo que no. La narración era extremadamente detallista, casi como si lo que contaba hubiese sido verdad, y esto era lo qué más llamaba la atención de Daniel.

Tras leer el libro un par de veces estando al lado de Andrea y recordando todo lo que había presenciado en el colegio, no podía evitar comparar ambas historias. Si bien una estaba completamente desarrollada y ni se asemejaba en violencia, compartían algunos elementos, y esto llenaba de dudas su cabeza. Así que con más preguntas que respuestas en su cabeza decidió ubicar al autor del libro y así, quizás, poder esclarecer todo lo que estaba sucediendo. Así fue que salió en búsqueda del autor, sin siquiera imaginar que a los pocos minutos de haberse ido Andrea había salido del coma.

No había mucha luz en el cuarto debido a que las cortinas estaban cerradas, y solo se escurría un rayo de sol por la juntura de ambas cortinas. Andrea abrió sus ojos lentamente. Le costaba enfocar, y la poca luz que había le molestaba. No era para menos, después de todo estuvo muchos días sin usarlos. Pasados unos minutos ya podía ver con normalidad. Estaba un poco desorientada, pero no tardó en percibir que estaba en su cuarto. Le habían puesto su pijama favorito y todo estaba tal cual ella lo había dejado antes de irse a su fiesta de graduación. Al levantarse fue directamente hasta el espejo que había en su cuarto. Pasó varios minutos mirándose, buscando algún indicio de quemaduras, pero no encontró nada, incluso su antigua cicatriz cerca del hombro había desaparecido. Sin darle mucha importancia fue al baño y se dio una ducha. Mientras lo hacía comenzó a recordar lo que había pasado aquella noche y se estremeció, las lagrimas comenzaron a correrle por las mejillas y se confundían con el agua que caía de la regadera. Se apuró en terminar y volvió a su cuarto. Nuevamente se colocó frente a el espejo, pero esta vez completamente desnuda.

Delante de ella estaba su imagen, alta, de un metro setenta, de cuerpo atlético y firme, pelo castaño, recogido como le gustaba a él, y ojos azules. Fue entonces cuando mirando sus ojos a través del espejo que pestañeó largamente, y al volver a mirar vio por un instante que un manto de fuego la cubría, pero al volver a pestañear éste había desaparecido. Se alejó del espejo como quien huye al creer que vio un fantasma. Buscó en el armario algo de ropa. Cogió un sostén y un calzón y se apuró en ponérselos. Luego sacó un jeans de color azul oscuro, una polera blanca ajustada y un canguro blanco. Su puso unas zapatillas deportivas y bajó al primer piso. Cuando se disponía a salir sintió que llegaba un auto. Era su Madrastra. Cerró la puerta y se sentó en la escalera que daba hacía la puerta para esperarla a que entrara. No pasó mucho tiempo antes que ella entrara por la puerta del frente y se encontrara frente a frente con Andrea. Hubo silencio al principio, no fue muy largo debido a que Angela le preguntó con tono serio -¿Hace cuanto que despertaste? -Como hace hora y media. Respondió mirando hacia el suelo y sin levantarse, y antes de que su madrastra se metiera en la cocina le preguntó -¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? -Alrededor de una semana. Diciendo esto cerró la puerta de la cocina tras ella, dejando a Andrea sola, y ella al ver que no conseguiría más respuesta se aprestaba a salir, cuando fue detenida por Angela -No salgas a ninguna parte que acabo de hablar con tu padre y viene para acá con un detective de la policía que quiere hacerte unas preguntas sobre lo que pasó en tu colegio.

Tardaron quince minutos en llegar a la casa. Andrea los esperaba en el living viendo televisión. La verdad es que no había visto nada, solamente la había prendido para no sentirse tan sola en la casa mientras esperaba. Entró primero a la casa Pedro, padre de Andrea, y al verla sentada en el living corrió a abrazarla, y entre sus brazos le preguntó si estaba bien, ella respondió que sí con un leve movimiento de cabeza. El detective mientras veía la escena cerró la puerta de la casa y esperó en la entrada. -Por favor pasé detective, siéntase como en su casa. Le dijo Pedro al verlo parado al lado de la puerta de salida. Cuando estuvieron los tres en el living el primero en hablar fue el padre de Andrea, quien le contó a su hija el por qué de la visita del detective. Éste solo quería tomar su declaración, debido a que era la única que faltaba para poder comenzar a investigar más a fondo. Al oír esto no pudo evitar que una sensación de pánico se apoderara de ella y que gotas de sudor comenzaran a correr por su cuerpo. No podía decir la verdad. No podía decir que ella había sido la culpable de la muerte de su ex novio y su compañera y de las otras personas que quedaron atrapadas en las llamas que consumieron su colegio. No sabía que decir. ¿Cómo explicaba que a ella no le había pasado nada? Estaba perdida.

El detective al notar que Andrea se había puesto nerviosa trató de tranquilizarla diciéndole que solo quería hacerle un par de preguntas sobre si sabía qué había ocasionado el fuego y por qué ella había sido encontrada cerca de donde determinaron que el fuego se había iniciado. Las preguntas más que tranquilizarla tuvieron el efecto inverso, y tartamudeando contestó la segunda pregunta hablándole sobre el quiebre de su relación amorosa y el engaño que había vivido durante tantos años y que había buscado a su ex novio para encararlo, pero cuando llego a donde su amigo lé había dicho que estaba, ya era demasiado tarde, ya que las llamas ya habían cobrado la vida de él como también de la niña que estaba a su lado, y que al ver esa escena se había asustado y al intentar huir se había tropezado y con la caída había perdido el conocimiento. Cada mentira que salía de la boca de Andrea era cuidadosamente anotada en una libretita por parte del detective, y ella veía como después no podría decir otra cosa, pero ya era demasiado tarde para decir la verdad. Debía salvarse como fuese.

Tras media hora de conversación, Andrea sentía que estaba perdida. No había forma que el detective creyese todo lo que le había dicho, y que solo bastaba que él comparase su declaración con la de su amigo Daniel para que quedase de manifiesto que uno de los dos mentía. En algo debía pensar, ya que no quería que su buen amigo se viese envuelto en algo que no le concernía y que el era totalmente inocente. Mientras Andrea pensaba en que hacer, su padre notó que ella se había vuelto un poco pálida y le pidió al detective que siguieran otro día, a lo que él consintió cerrando su libretita y respondiendo que ya era suficiente y que con lo que tenía ya podía comenzar a trabajar. Al ver esto Andrea se levantó de su asiento y pidió que la disculparan, quería salir a caminar y tomar un poco de aire para relajarse. En verdad lo único que quería era huir de su hogar.

Tomó su cartera de la mesa de entrada y rápidamente salió de la casa. Al principio no sabía donde ir, simplemente caminaba en cualquier dirección. Cada cierto tiempo miraba hacia a tras para revisar si la seguían. Esa sensación la tenía desde que se había alejado de su hogar. Cada vez que doblaba una esquina, esperaba unos segundos y se devolvía a mirar por donde había estado caminando. No había nada. -Estoy loca. Pensó mientras sacaba su celular de la cartera para llamar a Daniel. -Solo en él puedo confiar. Se dijo a si misma. Mientras esperaba que le contestara notó que dos personas extrañas cruzaban la calle en su dirección. Se apuró en cortar y guardó el celular en su cartera y se puso en marcha. Caminó un rato para ver si la seguían, y así era, por lo que se puso a andar a un paso más veloz, cruzando calles constantemente para ver si los podía perder, pero cada vez que se volteaba ahí estaban los dos. No sabía que hacer y en su desesperación se metió sin darse cuenta por una calle que no tenía salida. Buscó rápidamente un lugar donde esconderse, pero para su desgracia no había nada, ningún auto o basurero o alguna cosa que se interpusiera entre ella y sus perseguidores.

Cada segundo que pasaba hacía que se desesperara más y más y ellos cada vez estaban más cerca, por lo que sin pensarlo dos veces escaló el portón de una de las casas y se escondió detrás de uno de los matorrales que había en ella. Hizo un hueco entre las hojas para poder mirar hacía la calle con la esperanza de que los dos hombres no estuviesen ahí, pero para su desgracia ahí estaban. Miraban en todas direcciones buscándola. Sabían que no podía escapar y que debía estar escondida en alguna de las casas. Ella sabía que tarde o temprano descubrirían en cual se había metido y ya no le quedaría más alternativa que enfrentarlos.

Tras mirar un buen rato hacía varias de las casas, los dos hombres se dirigieron hacía el portón en la cual estaba escondida Andrea y uno de ellos le dijo -Sabemos que estás ahí, por qué no sales por las buenas y así nos ahorramos tener que molestar al dueño de esa casa que no tiene nada que ver con nuestro problema. Sabiendo que no tenía mayor sentido seguir detrás del arbusto, salió de su escondite y se puso delante del portón diciendo -¿Nuestro problema? Yo a ustedes no los conozco, ¿por qué me están siguiendo? Déjenme en paz. Los dos hombres comenzaron a reírse burlonamente hasta que uno de ellos le contestó -No nos conoces, pero nosotros sí a ti, y sabemos que eres la responsable por la muerte de todas las personas en el incendio del colegio, y vas a pagar por ello. -¿Por qué? si yo no hice nada malo. Respondió mirando hacía el suelo debido a que sabía que estaba mintiendo y que si era responsable de aquel trágico incidente. Los dos hombres no respondieron y dándole una patada al portón lo abrieron de cuajo y ya nada se interponía en ellos y Andrea.

Andrea al ver como habían abierto el portón se echó unos metros atrás como tratando de poner distancia entre ella y los hombres, pero antes de que pudiese hacer algo, ambos se abalanzaron sobre ella y uno de ellos la tomó por el brazo fuertemente y le dijo -Ahora eres nuestra y te vamos a hacer sufrir por lo que hiciste a mi hermano menor y a su hermana. Sosteniéndola fuertemente del brazo la obligó a caminar hacía el patio trasero de la casa, la cual para su ventaja estaba abandonada por lo que nadie los molestaría. El otro tipo los siguió tras haber cerrado el portón de la casa, y una vez en el patio de atrás se acerco a Andrea y entre forcejones le sacó el polerón y la polera, y su amigo la tiró al suelo y le quitó los pantalones dejándola en sostén y calzón solamente. Eres muy linda, aún no entiendo como él podía engañarte todo el tiempo, pero poco importa ahora porque él está muerto gracias a ti y tú pronto lo estarás después de que mi amigo y yo hayamos disfrutado de ti un rato. Escuchando esto Andrea rompió en lagrimas y supo al fin quién era uno de sus agresores. Se trataba de Miguel Ángel, hermanastro de su ex novio Jorge. -Mira Francisco como llora y eso que aún no le hemos hecho nada. Dijo Miguel Ángel desabrochándose el pantalón y tirándose arriba de Andrea. Ella trataba de luchar y liberarse, pero era inútil, ya que Francisco le estaba sosteniendo con fuerza los brazos mientras Miguel Ángel se aprestaba para violarla, pero antes de que él pudiese hacerlo el cuerpo de Andrea se prendió en llamas que ella no podía controlar, las cuales ardieron con tal intensidad que las manos de Francisco se quemaron a tal grado que la carne había desaparecido y solo quedaban los huesos, y éste cayó inconsciente por el dolor, pero el hermano de Jorge había alcanzado a moverse rodando hacía uno de los costados y de esa forma había evitado las llamas. Pero su suerte no duraría mucho debido a Andrea, cegada por la ira, se había puesto de pie y completamente envuelta en llamas caminó hacia donde estaba él y le dijo con una voz que no parecía la suya -Jorge y Lucia pagaron por lo que me hicieron tal como tu pagaras por lo que intentaste hacerme. Diciendo esto Andrea extendió su brazo apuntando hacía Miguel Ángel y de el salieron expulsadas unas llamaradas tan intensas que en pocos segundos le quitaron la vida y luego le consumieron el cuerpo dejando solo los huesos tirados en el suelo. Luego se volteó hacía donde estaba Francisco desmayado y le hizo lo mismo, para después caer inconsciente sobre el pasto.

Tendida sobre el jardín permaneció un buen rato. Dormía como quién lo hace después de haber trabajado por muchas horas. Comenzó a llover. No muy fuerte al principio, pero lo suficiente como para apagar las llamas que quedaban encendidas sobre el pasto. Después de un rato su puso a llover con mucha fuerza y fue cuando Andrea despertó violentamente, como quién lo hace después de haber soñado una pesadilla, y se puso de pie. El agua corría por su cuerpo desnudo mientras miraba los huesos incandescentes de los dos hombres que habían tratado de violarla. Para su suerte la ropa que le habían quitado no se había quemado y se apresuró en ponérsela. Una vez que se había vestido, tomó su cartera que estaba en el suelo y salió de la casa corriendo sin saber a donde iba, solo quería huir de todo lo que le estaba pasando.